Sobre cuidados, crianza y tradwives
Hace tiempo, cuando acumulé la suficiente fuerza para ello, me vi un video sobre las tradwives que me interesaba. La autora no es santo de mi devoción, ni la sigo ni nada, pero quería escuchar el discurso. Centra su video en recordarle a la gente que las tradwives son una performance, y no debería usarse como manual de ama de casa. Aún así me siento violenta y molesta porque se reitera con frecuencia que “muy bien por ellas, que hacen mucho dinero con su actuación, una forma más de trabajo y performance”. No, muy bien por ellas no, el hecho de que su performance mueva dinero no la hace más legítima (quizás lo empeore aún más, si cabe). La responsabilidad sobre lo que proyectan sigue estando ahí, no sobrecae solamente en las mujeres cansadas y enganchadas al scroll infinito de sus respectivas aplicaciones (por lo general) privativas. Destaco esto último porque es fácil que el algoritmo de estas apps enganchen una búsqueda de un perfil de mujer que consista en “tips para cocinar” o “tips para calmar a tu bebé” en una ola de tradwives.
Hay cosas de toda esta retórica de mujer ama de casa (más allá del movimiento tradwife) que me resulta muy complejo. Hay una asociación automática del cuidado del hogar con su contraposición, girl-boss creo que se llama popularmente, basada en la idea de excelencia y esfuerzo en el entorno laboral.
Escoge tu veneno.
Al rebuscar esos espacios que están entre ambos conceptos, me he visto en un aprieto. Cuando he leído a Adrienne Rich hablar de la casa y la maternidad en Nacemos de mujer, me he sentido tan violenta que he tenido que frenar. La maternidad se presenta como un yugo en el que se mezcla el amor por una criatura y el odio a todo lo demás que representa cuidarla. No puedo leerlo ahora mismo.
Cuando he leído a Vivian Gornick en Apegos feroces, empiezo a ver varios “registros” de mujer en la casa y veo reflejos de eso que busco, pero de nuevo el patriarcado deslumbra siempre en ese papel. Por ejemplo narrando como su madre se quedaba en la casa pese a haber empezado un trabajo porque su marido (pese a ser activo en círculos de izquierda de mediados de siglo XX en EEUU) sentía agresividad en la idea de que su hija se criase sin una madre constantemente en la casa.
Saltamos entonces, entre otros, a Ir más allá de la piel, escritos de Federici, donde por fin encuentro textos que sitúan el cuerpo, la mujer, la maternidad y el hogar desde otra mirada. Voy a destacar un parrafito que me llegó como una bocanada de aire:
(…) Y la maternidad podría no ser un acto performativo de género, sino entenderse como una decisión política e instauradora de valores. En una sociedad autónoma y autogobernada, este tipo de decisiones se tomaría teniendo en cuenta el bienestar colectivo, los recursos disponibles y la preservación de la riqueza natural. (…) la decisión de tener un hijo también debe contemplarse como una negativa a permitir que los planificadores capitalistas decidan quién puede vivir y quién tiene que morir o ni siquiera llegar a nacer.
Subrayo con el lápiz “podría no ser un acto performativo de género”, satisfecha. Ahí empiezo a encontrarme. Desde los feminismos hemos hablado tanto de cuidar y criar como una sentencia, que cuidar y criar parece el camino malo. Si bien es cierto que por lo general, la independencia económica ayuda a las mujeres a sortear algunos caminos de opresión (por ejemplo la diferencia de poder y su respectiva exposición a la violencia que supone depender de un hombre, pareja o familia), ensalzar la figura del trabajo solo sustituye una prisión por otra.
Volviendo al tema de las tradwives, leí en algún lado la frase “si es lo que quieren, no hay nada de malo”, acompañado de algún comentario sobre las feministas queriendo imponer elecciones vitales sobre las mujeres. Aquí hay varios puntos a destacar. Para empezar, casi todos estos videos (me he tenido que ver algunos o parte de ellos, poco a poco porque si no era una tortura emocional y mental) comentan algo en la línea de “mi marido me ha pedido X, y yo hago su deseo realidad porque él paga las facturas”, y por cierto, no he encontrado tampoco ningún tipo de reciprocidad de “él hace X por mí porque me quiere mucho” o similar. Hay una posición muy clara promovida en esos videos: el hombre (siempre hombre) que se supone que es mi pareja sentimental, es mi jefe. Mi vida doméstica y emocional son un anexo de su vida, él es el protagonista. Dentro de esto, algunas actúan mostrando algún tipo de cuidado (por lo general absurdamente sacrificado) a sus criaturas. Sea como fuere, este tipo de discurso sólo tiene sentido en un contexto que se asume patriarcal y poniendo el centro en quién pone el dinero (que se asume sin rechistar que es un hombre). Por lo tanto, ya de primeras eso de “libertad de decisión” necesita muchas comillas.
Por otro lado la proyección activa de ese rol a través de las redes está promocionando que la mujer (en general y sin avisos de ningún tipo sobre que están haciendo una performance) acepte ese papel. Lo romantiza, y lo eleva a una imagen que puede distar mucho de lo que realmente era tradicionalmente una mujer, su hogar y su familia. Quiero aclarar con esto último, no me refiero a que esta realidad fuera más atractiva ni mucho menos, si no destacar que no hay una búsqueda real sobre tradiciones o una investigación sobre la mujer de hace generaciones. Es sólo una selección muy concreta de fantasías: cocina, maternidad sacrificada (incluso en situaciones que no requerirían de sacrificio) y sumisión a la figura masculina. Generalmente acompañado también de una estética concreta de ropa y estilo.
En este espacio tan violento, ¿cómo encuentra una referencias para criar desde los feminismos? Pareciera que el simple hecho de criar y cuidar ya viene asociado a “rendirse” al patriarcado, si una escucha los ecos de las redes.
He estado luchando contra esta marea desde el momento en el que me quedé embarazada. Si buscaba referencias, videos, artículos, etc sobre crianza, era un auténtico campo de minas. Ese video cuqui que te enseña una receta interesante y esa madre que te explica como ha hecho un juego sensorial para su bebé, puede saltarte de pronto con una postura fantasiosa tradwife y te hace sospechar o, peor aún, dudar sobre ti misma. “Yo sólo quería cuidar y enseñarle el mundo a otra personita”, es lo que me he repetido muchas veces desde hace un año y algo. De pronto me he visto empujada a una situación en la que el trabajo se ve con otros ojos, y los roles de género que ya resonaban de antes a lo lejos ahora son campanazos diarios. No quería asumir ese papel de girl-boss pero tampoco actuar como madre sacrificada que se queda en la casa.
Para mi la respuesta ha sido una mezcla de varias cosas, como no tener cuenta en redes tipo Instagram , TikTok, Twitter, etc. Pero principalmente juntarme con otras madres. La soledad, el cansancio y la falta de tiempo facilitan que cualquier mensaje simple y fantasioso envenene la proyección de la realidad. Sin embargo juntarme y hablar con otras mujeres (que, irónicamente, es algo que sí ha hecho en otras generaciones), me ha ayudado a encontrar esa crianza de la que habla Federici. También, en mi caso, tener una pareja sensibilizada que ha hecho su búsqueda, estudio y trabajo personal en paralelo al mío para compensar esas cosas que el patriarcado asume de nuestra relación, como el hecho de que él sea una suerte de jefe.
Tener una red de apoyo fuera y dentro de la familia afecta también a ese concepto de sacrificio, y me hace pensar que si no llego y otras llegan, mi hija se beneficia de mi salud emocional y mental, así como de contar indirectamente de más amor a parte del mio. Mi hija sigue siendo mi hija, pero por ella se preocupan (y diferentes medidas) toda una comunidad, seleccionada con cuidado por su padre y por mí. En este descubrimiento de la crianza también caben muchas más posibilidades (quedarse o no en casa, en que medida, de qué manera, por ejemplo, sin que esto sea agresivo ni me haga dudar de mi apoyo a los feminismos. Los configura de una forma más abierta y realista.
Los cuidados como parte de esa proyección de sociedad amable, no como una soga patriarcal. Son una acción que rota. Un día mi pareja me cuida, otro le cuido yo, y así entre les dos, cuidamos a nuestra hija. A veces me siento perdida, pero otras madres tienen la experiencia que buscaba para encontrarme. La respuesta -para mí- estaba en la comunidad, y en salir de esa red de soledad, de individualismo envenenado que promocionan esas redes.
Las tradwife solo son actrices que se aprovechan de ese veneno tan lucrativo.
La crianza y los cuidados no son exclusivos de sus fantasías.
Y eso será lo que le muestre a mi hija.